Azucenas blancas en ocho de marzo

Ocho de marzo

Nunca me han gustado los extremos, y pienso que eso ha sido el mayor problema que hemos tenido como sociedad. Enfundarse en un traje de radicalismo hacia cualquier postura, sea la que sea, es un acto de miopía e intolerancia que debemos evitar.

Aunque siempre he tenido un interminable debate interior, ser feminista o no. El asumir una postura de apoyo y legitima defensa hacia un sector vulnerable de la población me hace pensar que lo discrimino al no tratarlo por igual. Enorme contradicción eh, pero una amiga —que algunos compañeros apodaban feminazi— me ayudo a entender, “no queremos ser iguales, porque ahí radica la grandeza de nuestra condición (tanto de hombres como mujeres) en ser diferentes, pero con los mismos derechos y oportunidades”.

“Cualquier mujer que intente comportarse como hombre, seguro carece de ambición"
Dorothy Parker

Y es que, mientras se tenga que seguir peleando contra los patrones que injustificadamente despiden a sus empleadas por estar embarazadas, mientras que se tenga que pelear contra las traidoras que no reconocen la grandeza de su género, mientras no dejemos de valorar a la mujer como un objeto ornamental, mientras no dejemos que instituciones arcaicas y carentes de toda moral intenten dictar y ejercer derecho sobre un cuerpo que no les pertenece, y mientras no se resuelvan crímenes impunes como los feminicidios de Ciudad Juarez debemos mantenernos en pie de lucha para obtener equidad siendo diferentes.


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Azucenas Blancas

La pequeña Denisse veía en la novela de las diez como el apuesto galán le obsequiaba a la protagonista una azucena como símbolo de su compromiso. Desde ese momento, las azucenas se convirtieron en su flor preferida.

Fue una infancia difícil la de Denisse, padres que trabajan todo el día y no tienen tiempo de escuchar sus gustos, miedos, aspiraciones... ¡Viven enojados!, decía la niña que no comprendía porque sus papás no eran como los que salían en la tele. No entendía los disimulados resquicios que aún hay de machismo en nuestra sociedad, y los roles que ésta nos ha establecido. No entendía porque su mamá estaba triste, porque no sonreía, ¿por qué no le regalarán una azucena?

Denisse tuvo muchas oportunidades de recibir azucenas...

Una de ellas cuando su novio por fin la convenció de que le entregara “la prueba de amor”; tal vez se le olvidó, pensó. Cuando parió a los dieciséis años; no, ahora lo importante es el bebe, pensó. Cuando por fin pudo conseguir trabajo en una maquiladora y sus padres la esperaban en casa; es difícil conseguir flores en una ciudad fronteriza, pensó.

Un día no regresó a casa después del trabajo. Pasó a ser una más de las mujeres que conforman la estadística de feminicidios en Ciudad Juarez. Otra más. Así se perdió lamentablemente la efímera vida de Denisse que sólo pudo obtener su anhelada azucena en las ofrendas que se hacen a estas victimas sin voz.

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